Una vez me encontré con un búho así en un parque cercano, el Parque Obrero, se poso a mirarme directamente a los ojos. Esta vez, en el árbol mas cercano a mi ventana de cuarentena, logré reconocerlo entre las sombras de la noche, de nuevo miraba, pero de reojo. Es poco común verlo, y más aún, en la punta de un árbol no tan estable.